“Te quiero decir una cosa: A mí me gustás, Rosa”
(Pero… mejor no te lo digo, porque no me animo).

Ya sé, se lo voy a decir a Silvina, que es su amiga. pero…
¡Ay, me da cosa!, de solo intentarlo

me pongo de color rosa.

Mejor no les digo nada y me empiezo a acercar a Lucía,
que no es tan amiga de Rosa ni de Silvina, y así me da menos cosa.
Y capaz que a ella sí me animo a decirle que me gusta Rosa.


¡No saben la cosa que me pasa ahora! Empecé a hablarle a Lucía.
¡Noo, no le hablé de Rosa! Empezamos a hablar de cualquier cosa.
La cuestión es que yo antes de hablarle no sabía que era tan natural,
tan divertida. Noo, Rosa, no. ¡Lucía!


Tiene risa de ardilla. Siempre ve el lado sonrisa de las cosas.
Trae el pelo alborotado y suelto, ella dice que es porque la peina el viento.

Cuando te va a preguntar una cosa, pone cara de investigadora
de películas de suspenso, es tan graciosa.
El otro día, salió del aula corriendo porque vio pasar una mariposa.
La maestra la retó y Lucía le explicó que la pobre mariposa tenía cara de perdida
y ella salió para enseñarle la salida. ¿No es hermosa?


Ay, pero qué cosa…Yo sabía. Ahora… me gusta Lucía.

         

                                             Texto: Magela Demarco. No encontré la ilustradora. Si saben, chiflen!

 

 


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