No tengo margen para la lluvia. Desde nunca. Desde siempre. Desde que era así de chiquitita...

Me opaca el ánimo. Me retrae. Me apachucha.
Me resucita tristezas viejas, atávicas, intrauterinas.
Me desdibuja. Me acuarela…

Como un hechizo poderoso me hace buscar la cama y hacerme una bolita…

Mi estado de ánimo desde siempre, desde nunca
estuvo preparado para la lluvia.
Mis sonrisas, como las sombrillas chinas de papel, no la resisten.

Pero soy consciente de que el verbo llover
es indispensable y necesario:
para las flores, las personas, los animales, la vida misma…

Así que lluvia, no me hagas caso, llové cuando y cómo vos quieras, puedo resistir otro rato…

 

Texto: Magela Demarco


Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *